¿A qué ambiciones climáticas nos enfrentamos en este año 2022?
Es indiscutible que la transición a una economía cero emisiones obliga a cambiar la forma de operar de las organizaciones y los negocios. Con la vista puesta en este complejo proceso de transformación, la reunión anual del Foro Económico Mundial de este año debe seguir elevando el nivel de ambición de los objetivos climáticos, centrándose en tres áreas clave.
- En primer lugar, obtener el compromiso de los líderes mundiales para que cierren la brecha de emisiones y traduzcan los objetivos en hojas de ruta concretas.
- En segundo lugar, catalizar las iniciativas dirigidas a garantizar que esta transformación se realice mediante una transición justa y equitativa.
- En tercer lugar, movilizar al conjunto de la sociedad en la exigencia de sus expectativas y en la vigilancia de sus líderes en el cumplimiento de sus compromisos.
Una investigación de McKinsey sobre el camino de cero emisiones netas adoptado por Europa sugiere que las “tecnologías climáticas” que ya están maduras podrían, si se implementan ampliamente, ayudar a lograr alrededor del 60% de la reducción de emisiones necesaria para estabilizar el clima para 2050. Pero faltan tecnologías climáticas que no están listas aún, incluyendo entre el 25 y el 30 por ciento de tecnologías que están en fase piloto pero aún no maduras, y otro 10 a 15 por ciento de las mismas que están aún en fase de investigación y desarrollo.
La necesidad de tecnologías climáticas es gigantesca y acuciante, y por ello se están movilizando recursos financieros en volúmenes nunca vistos para abordar este reto. Las inversiones destinadas a la sostenibilidad y los objetivos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) van creciendo a medida que aumenta el número de empresas que los tienen incorporados en sus estrategias de negocio.
Muchas empresas están aún inmóviles antes estos cambios y corren el riesgo de quedarse atrás porque, aunque todavía no está toda la tecnología disponible y en funcionamiento, se está avanzando muy rápidamente. Numerosas empresas de nueva creación ofrecen soluciones disruptivas e intentan posicionarse como innovadoras o revolucionarias en este camino hacia un escenario de “cero emisiones netas” para 2050. Mantenerse en modelos conservadores conlleva grandes riesgos, entre ellos el desposicionamiento competitivo en el mercado.
Los consejeros y directivos de todos los sectores afrontan un gran reto en este camino hacia la descarbonización y la reducción de emisiones, puesto que deben incorporar estos objetivos a todo su negocio, liderando una transformación que deberá culminar con éxito.
Un reciente informe del BCG https://www.weforum.org/reports/winning-the-race-to-net-zero-the-ceo-guide-to-climate-advantage pone de manifiesto cómo a finales del 2020, más de 9.600 empresas de todo el mundo comunicaban datos sobre emisiones a la ONG CDP (antes Carbon Disclosure Project). De ellas, unas 3.000 habían fijado objetivos de reducción de emisiones, frente a las menos de 900 en 2017. Más de 2.000 empresas habían fijado objetivos basados en criterios de base científica validados por la iniciativa Science Based Targets (SBTi), frente a solo 116 en 2015. (ver imagen 2)
Continuando con el análisis de BCG, aunque la acción empresarial se está acelerando, la velocidad de transformación sigue siendo insuficiente. Sólo el 20% de las empresas publican sus emisiones en toda la cadena de valor y tienen objetivos de reducción de emisiones. Sólo el 9% de las empresas logró una reducción real de las emisiones superior al 4% el año pasado (la reducción lineal anual necesaria para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 ºC). (ver imagen 5)
Analizando la distribución por países, podemos ver que aunque 92 países han asumido un compromiso formal de cero emisiones netas, sólo ocho se proponen alcanzar el objetivo para 2050 y han aplicado un sistema nacional de fijación de precios del carbono. 22 países y 5 estados de los EE.UU., que representan en total el 11% de las emisiones mundiales, están liderando el camino al contar también con normativas sectoriales para los sectores de la energía, la agricultura, el transporte y la industria manufacturera. (ver imagen 4)
A estas alturas, resulta evidente pensar que estas empresas, que han apostado por incorporar la sostenibilidad, la mejora medioambiental y los objetivos de reducción de emisiones como objetivos prioritarios en sus agendas y estrategias, gozarán de grandes ventajas competitivas gracias a:
- La retención del talento,
- La reducción a la exposición de los riesgos generados por una mayor contaminación, daños medioambientales, falta de cumplimiento etc.,
- El acceso a fuentes de financiación más baratas y específicas
Estos son algunos de los beneficios que se han identificado en este tipo de empresas. (ver imagen 14)
Son ya muchas las entidades financieras que tienen programas específicos de financiación para ayudar e impulsar a las empresas comprometidas con la descarbonización.
Si nos fijamos en el análisis sectorial que hace BCG de los proyectos reales de descarbonización, vemos que empresas de casi todos los sectores principales pueden conseguir un ahorro significativo de costes mediante la descarbonización de sus alcances 1 y 2. Casi todas las empresas pueden conseguir una reducción de al menos un tercio de sus emisiones con un coste neto cero para su negocio. Y algunas empresas incluso consiguen descarbonizar completamente con costes netos cero. (ver imagen 16)
El mensaje es claro para los CEO y sus equipos directivos: se enfrentan a grandes retos en estos próximos años para mantenerse en una carrera que avanza más rápido de lo que se percibe. Las empresas rezagadas deberán incorporar estos objetivos cuanto antes si no quieren quedarse atrás definitivamente, se juegan entre otros impactos:
a) acceso a financiación ventajosa
b) multiplicar sus riesgos por incumplimientos
c) sufrir un aumento de la brecha digital en sus organizaciones
d) retrasos en la innovación
e) la pérdida de talento clave.
En resumen, esta revolución necesitará un refuerzo en la seguridad de las personas, en el manejo de los riesgos, en la gestión y monitorización de las políticas de sostenibilidad, en la gestión del medioambiente, la medición de las emisiones, etc. Los proyectos de innovación y digitalización de estos procesos se han hecho prioritarios como herramientas para alcanzar el objetivo final de tener un planeta menos contaminante y llegar al 2050 con cero emisiones netas.
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